GLADIATOR II: ¿EL GRAN ESPECTÁCULO QUE ESPERAS VER? HABLEMOS DE CINE
Años después de presenciar la muerte del héroe general Máximo Meridio, el gran gladiador “Español” a manos de su tío, Lucio (Paul Mescal) se ve esclavizado tras la conquista de su hogar por parte del general Acacio (Pedro Pascal) bajo órdenes de los diabólicos hermanos emperadores de Roma, Geta y Caracalla (Joseph Quinn y Fred Hechinger)
Lucio es convertido en gladiador y llevado a la capital del imperio como parte de un “Gladius” dirigido por Macrinus (Denzel Washington). Con rabia y sed de venganza en su corazón y en medio de un conflicto que amenaza el futuro del imperio, Lucio debe sobrevivir buscando la fuerza y el honor que ha perdido su estirpe y darle al pueblo de Roma la tranquilidad y recuperar su lugar al Aldo de su madre Lucía (Connie Nielsen).
Esta secuela 24 años después de la laureada Gladiador de Ridley Scott (a sus 86 años sigue siendo uno de los mejores directores de cine) nos recuerda mucho lo que vimos en su predecesora, pero es más “blockbuster”, entretenida y atrevida, más cruda y oscura, condimentada con las más impresionantes tomas y escenas de acción, con una fotografía espléndida y una brutal historia de venganza que recuerda por momentos esas intrigas de Game of Thrones y un poco el manejo de la violencia y la sangre de la serie Spartacus.
Como espectador es muy satisfactorio ver la secuela de una de nuestras películas favoritas dos décadas y media más tarde y que ésta sea tan increíble. La expectativa era alta y verla trae sentimientos de nostalgia que en su mayoría se ven satisfechos a pesar que en medio de la historia encontramos algunos vacíos argumentales o una cierta falta de desarrollo en algunos personajes que, bien interpretados que están, pero se presentan muchas situaciones que parecen resolverse muy fácil.
En términos técnicos, lo que vimos hace 24 años ha regresado con la grandeza que se merecía: es un placer apreciar la reconstrucción tan minuciosa de la Roma Antigua, el vestuario, el maquillaje, las escenas de acción vigorosas y bien enfocadas que requirieron una coreografía muy compleja; esta secuela ofrece lo que como fanáticos esperábamos: batallas, espadas, sangre e intrigas políticas, traiciones, mentalidades desquiciadas, estrategias, discursos y diálogos conmovedores y muchos elementos más que seguramente hicieron de la antigua Roma la leyenda que hoy es (hasta rinocerontes y tiburones en el Coliseo).
Las escenas de acción son magníficas, la convierten sin duda en una película divertida, apasionante, que en este apartado no desentona con la cinta del 2000, no se ven como las de su antecesora pues no se repiten los mismos trucos de acción y cada pelea tiene algún toque creativo interesante que la hace sentir nunca antes vista, a pesar que hay un uso intenso de CGI que en ciertos detalles no convencen (los tiburones, por ejemplo), pero que no le quita lo viscerales.
John Mathieson regresa como director de fotografía manteniendo la paleta de colores azules, amarillos y marrones que marcaron la primera película pero con un manejo de luz natural enriquecido en imágenes y sombras más profundas.
Esta vez tenemos un relato que en esencia es más de los mismo: un hombre libre que es tomado esclavo y convertido en un gladiador de fantasía en busca de venganza, esta vez contra más personajes villanos, que no alcanzan a ser tan relevantes y se difuminan entre tantos matices, pero a la vez es una historia más oscura y cruel, pues sucede en una época mucho más dura y con la presencia de personajes aún más crueles; sin embargo a esta propuesta le faltó más profundidad pues se diluye en su falta de desarrollo precisamente en sus personajes y situaciones que se resuelven casi que “mágicamente”.
El elenco es increíble y las actuaciones son de lejos, memorables, aunque como mencionamos, les faltó más desarrollo a los personajes: Denzel Washington se roba la atención en escena y merece un punto aparte especial, con una actuación soberbia, digna de premiación.
Paul Mescal como protagonista es un digno sucesor de Russell Crowe, que ratifica el por qué es uno de los actores más solicitados de esta época; le da gran vitalidad a la película porque no actúa como sombra de aquel general Máximus sino como un verdadero protagonista inédito.
Joseph Quinn y Fred Hechinger están de locura en sus papeles de emperadores diabólicos: Geta y Caracalla, que sin duda son muy caricatura de villanos pero son interpretados impecablemente como un par de niños grandes insoportables y odiosos con problemas mentales y cero idea de lo que es gobernar.
Pedro Pascal nos ofrece una de sus actuaciones más sorprendentes y sinceras en un personaje que lidia con la dualidad de ser fiero como soldado pero con un corazón grande, pero a la vez deja una sensación de haber merecido más minutos en pantalla.
No es ni superior ni igual a la primera, pero Gladiador II es sin duda, una cinta que merece el lugar de secuela de una grande de la historia del cine, cumple con su rol de entretenimiento a cabalidad, no irrespeta en momento alguno su antecedente y es disfrutable y apasionante.
En Currambachannel le damos ⭐⭐⭐ y ½ de 5. Recomendada.